El Desafío emocional de ser abogado de inmigración en tiempos inciertos

Como abogado de inmigración en el estado de Washington, he aprendido que mantener un equilibrio emocional es fundamental en estos tiempos de incertidumbre política. Recientemente, en una entrevista con Parriva, compartí mis experiencias y preocupaciones sobre las amenazas y cambios de políticas bajo la administración de Donald Trump, que incluyen deportaciones masivas y el cierre de fronteras, en contraste con la situación políticamente inestable bajo el presidente Joe Biden. 

Mi propia experiencia como inmigrante me da una perspectiva única sobre estas dificultades. Nací en Colombia y migré a Estados Unidos para escapar de la guerra civil, dejando atrás a mi familia, cultura y patrimonio. Cuando llegué aquí, no hablaba inglés, pero mi determinación me permitió graduarme con honores en la Universidad Gonzaga, tanto en pregrado como en derecho. 

En menos de una década, no solo aprendí inglés, sino que también me convertí en emprendedor, fundé mi propio negocio, compré una casa y me hice ciudadano estadounidense. Atribuyo mi éxito a las oportunidades que este país me ha brindado, pero sigo abogando fervientemente por una reforma migratoria justa. 

Durante la entrevista, destaqué que “el país necesita inmigrantes, no solo por la mano de obra, sino también por sus contribuciones económicas”. Sin embargo, los tribunales de inmigración y las fronteras están abrumados, y los jueces a menudo desestiman las historias de los solicitantes de asilo debido al alto volumen de casos. 

La resiliencia emocional es crucial en nuestra profesión. “Escuchar estas historias nos impacta, pero debemos reconocer las limitaciones legales y seguir luchando por la justicia. Prefiero tener pesadillas sobre la decisión de un juez que no hacer nada”, expresé en la entrevista. 

Es vital abordar el uso de los inmigrantes como peones políticos y abogar por una reforma significativa para superar los obstáculos burocráticos y políticos. “Reconocer y aprobar una reforma migratoria profunda es un buen comienzo”, concluí, expresando mi esperanza para el futuro y reconociendo los desafíos que tenemos por delante.

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